El cónsul español en Washington, Enrique Sardà Valls, ha sido destituido por el Ministerio de Asuntos Exteriores en menos de 24 horas; un linchamiento, vamos.
El motivo, que empezó a circular en internet al final del día 31 de Julio, es este:
Absolutamente todos le medios de prensa que se podían leer al día siguiente, 1 de Agosto, se rasgaban las vestiduras ante semejante broma. Había unanimidad. Os muestro tres titulares:
ABC: El cónsul español en Washington se mofa del acento andaluz de Susana Díaz en una red social
El Mundo: El cónsul español en Washington se burla de Susana Díaz en Facebook con acento andaluz: «Hay q ber q. ozadía»
ElDiario.es: El cónsul de España en EEUU se ríe de Susana Díaz (y de camino, del acento andaluz)
Esa misma tarde el cónsul ya no lo era. Como siempre que se toma una decisión en caliente la posibilidad de error es grande. Y este es un caso evidente por las siguientes razones:
La primera es que el texto e imagen se publicaron en un grupo cerrado.
Por tanto es de ámbito privado. Lo único que se me ocurre es que este hombre debería elegir mejor a sus amigos en Facebook; deduzco que alguno se la jugó.
La segunda: el contexto.
¿Se puede destituir a alguien por una broma hecha entre colegas? ¿Os imagináis alguien grabando una conversación sobre política española y corrupción tras una cena bien regada y luego reproducirla en un medio de prensa? Cualquiera de los presentes sería condenado como poco por apología del terrorismo y excomulgado en caso de ser católico.
Además, ese grupo específico de Facebook donde nuestro cónsul escribe incluye de forma habitual errores ortográficos adrede. O sea, la bromita se publica fuera de contexto. Y el contexto lo es todo.
La tercera razón es el contenido.
Se cachondea aparentemente de la coincidencia de color en los vestidos de la reina y la presidenta andaluza y lo hace intentando imitar el acento andaluz. Digo intentando imitar porque mezcla faltas de ortografía y abreviaturas propias de wasap, con algunas palabras escritas imitando el acento andaluz.
Este señor tiene el sentido del humor un poco raro pero es humor, y el humor puede ser bueno, malo, faltón, burlón, blanco, negro, machista, sexista o racista.
La cuarta es la presunta mofa del acento andaluz
¿Nadie ha imitado a los andaluces? ¿Nadie ha dicho pisha, ozú o quiyo? Los que lo hubiesen hecho ya pueden empezar a escribir una carta de disculpa al Vicepresidente de la Junta de Andalucía; este señor llamó al Ministro para pedir la reprobación del cónsul. Es un sinsentido.
Imitar el acento, sea vasco, andaluz, gallego o catalán, no tiene mayor importancia. Hay que vivir con ello y aguantar la bromita con estoicismo.
Este caso me genera a su vez tres reflexiones. Son estas:
¿Cuál es el criterio para destituir a alguien? El castigo fulminante a nuestro cónsul, causado por algo ciertamente venial, choca ante las reacciones de partidos políticos y administración ante casos más graves y evidentes de mala praxis, corruptelas y exabruptos escritos o verbales. Azotar a señoras televisivas o ministras que no se enteraban que tenían un Jaguar en el garaje no es grave. La verdad, no cojo el concepto de lo que es tan grave como para destituir a alguien.
Al hilo de lo anterior, la falta de respeto hacia Andalucía y los andaluces viene de lejos. Hace dos años ya escribí sobre ello (Respect) y mi opinión no ha cambiado nada. Esa fama de vagos, subvencionados o incultos ha sido creada en buena parte por nuestros políticos. La otra parte viene dada por ser Andalucía una región con escasos recursos económicos (o sea, pobre), exportadora masiva de mano de obra barata en los años 60 (a Europa, País Vasco, Cataluña y Madrid) y hoy en día teóricamente subvencionada. Ya he reseñado algunas lindezas de nuestros políticos en mi anterior entrada. Una posterior fue la de Dolors Bassa, cargo público de ERC. A finales del año 2016 dijo que los niños que esnifan cola vienen de Andalucía.
Cuando se imita el acento andaluz, una de dos: o se pretende ser graciosillo o directamente analfabeto. No sé cuántas veces he oído frases dirigidas a mi mujer como “no tienes mucho acento”, “tienes un acento bonito para ser andaluza” o “no eres la típica andaluza…” y en el aire queda flotando un “la típica andaluza… cateta”. Son halagos bienintencionados pero están envenenados: queda implícito un claro sentimiento de superioridad.
Por último, otra vez lo políticamente correcto y las jaurías de las redes sociales. Da miedo opinar de forma distinta o salirse de la norma.
Dedico esta entrada al cónsul, por elegir mal a sus amigos de Facebook y por imitar peor aún a los andaluces. Eso sí que es motivo de destitución.
Pues aunque «tiendo a estar de acuerdo contigo»(traducción literal del inglés) me alegro que se cepillen a los burócratas y funcionarios gilipuertas… que hay muchos! Uno menos no le hace mal a nadie y le permite así reflexionar (y al resto también)
Cuando se es un cargo público y subvencionado por el erario público (o sea del bolsillo de todos) hay que medir tus comentarios porque representas a una institución…
Así que que vuelva a España y se empadrone en Andalucía para, por lo menos, aprender anadalú
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No se puede estar de acuerdo siempre. Sería muy aburrido.
Gracias por el comentario.
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