Frase bien machista. No sé si los padres siguen hoy en día con esa frase hecha, pero mi padre no la usó conmigo. Tuve la suerte de que siempre que salía el tema de mi futuro (pocas, pero grabadas están en mi memoria) lo único que él repetía insistentemente era: trabaja en lo que te guste. Si quieres estudiar piensa en lo que te atrae. No pienses en si es difícil, si te hará ganar dinero o en si ahora hay trabajo.
Libertad y responsabilidad desde el principio, como tiene que ser.
Cuando estaba acabando el COU me dio un libro con las carreras universitarias que se podían estudiar. La portada era azul y negra. Elegí una y a los pocos días me llevó donde un conocido suyo que la ejercía para conocer de primera mano lo que implicaba mi decisión. Y así hasta hoy, libertad y responsabilidad.
Todo esto viene por la nueva pero recurrente polémica de las leyes educativas. Lo de España es un chiste, un vodevil, un déjà vu, una vergüenza. Para que lo entendáis, allá por el 2010 uno de los pocos ministros decentes que hubo en España, Gabilondo, no pudo llegar a un acuerdo con el PP al presentar el Pacto Social y Político por la Educación. Rajoy dijo entonces: «Quiero educar a mis hijos como yo quiera, no como me diga la Administración, y creo en la libertad de educación, creo en el idioma, y si mi hijo quiere estudiar en castellano tiene derecho«.
Curiosamente el pacto hubiese tenido un ámbito temporal hasta el 2020. Pues ya está renovado. Ya tenemos la Ley Celaá aprobada con un cinco raspado: 177 votos cuando el mínimo son 176 por ser Ley Orgánica.
Los argumentos son los mismos, la polémica es la misma, el fracaso escolar parecido, una universidad inútil exportadora de licenciados o generadora de parados, profesores e ingenieros que no saben inglés, un ascensor social que no pasa casi nunca de la planta baja. Por cierto, fue también Gabilondo el que dijo que se debía parar ya de doblar al inglés series, videojuegos y películas por aquello de nuestro nivel en dicho idioma.
Educación, maldita educación que todos la quieren mangonear. Todos los políticos se rasgan las vestiduras como Caifás por lo que dice el de enfrente; me los imagino como la “Madame” de un burdel, escandalizándose cuando se les dice que esas mujeres en el salón, ahí reclinadas, son prostitutas.
La educación es el pilar de cualquier sociedad. Debe ser una, común, objetiva, igualitaria, aconfesional, que cree un entorno seguro y motivador, que despierte la curiosidad, que vaya orientando según capacidades y preferencias. Su base no son las leyes. Son los profesores. Que se enseñe en latín, euskera, español o inglés es irrelevante. Lo importante es el qué y el cómo te enseñen.

Enseñar sin inspirar es como forjar un hierro en frío. Ni a martillazos. ¿Os imagináis un médico desmotivado, sin ninguna responsabilidad sobre los resultados? ¿Un ingeniero, un abogado? Entregamos nuestros hijos en muchos casos a personas que en España son profesores de rebote, porque no les quedaba otra, para evitar el paro o para tener un puesto de trabajo seguro. Lo único que tienen que hacer es aprobar a un número determinado de alumnos todos los años para vivir sin problemas. Que esos alumnos sepan pensar, leer o escribir, eso ya es secundario. Ya arreglará el entuerto el profesor del curso siguiente, o del siguiente, o nunca.
Ser profesor debería ser la profesión mejor considerada, deben ser los más motivados, sus candidatos los mejor seleccionados (y no solo pedir el certificado de penales para asegurarnos de que no sean pederastas), y los más respetados, sobre todo por los padres.
El profesor es el profesional, los padres unos aficionados. No me imagino discutir con un médico el diagnóstico ni el tratamiento, como mucho pides una segunda opinión si no te fías. Por cierto, yo lo hago porque no me fío de la sanidad privada.
Ya que hablo de la sanidad privada, sobre la educación privada lo único que se me ocurre es que se la pague el que la quiera. Lo de los colegios concertados en España es un tanto incomprensible, no tiene ni pies ni cabeza. Colegios confesionales subvencionados por el Estado, que contratan profesores según su propio criterio o evaluaciones infladas para que los alumnos lleguen a la universidad.
Para evitar sospechas y tener verdaderamente una educación igualitaria debería existir una prueba nacional en español, las antiguas reválidas o la selectividad, la misma para todos. No se me ocurre otro método para establecer mínimos comunes de conocimientos y destrezas, corrigiéndose los exámenes canarios en Galicia y los vascos en Murcia y que servirán de criterio para el acceso a la universidad, formación profesional, etc.
Algún político se rasgará las vestiduras, ¿Por qué el mismo examen? ¿Por qué el examen en español? ¿Por qué van a corregir los exámenes en Badajoz?
El mismo examen para que los españolitos puedan ir a cualquier universidad española, en español porque es el idioma común, el único oficial en todo el país, en Badajoz, porque, por ejemplo, los exámenes del Bachillerato Internacional (BI) se corrigen en cualquier lugar del mundo (el examen de matemáticas de un ruso lo corrige un argentino). Por tanto, si ellos pueden, España también. Por cierto, los exámenes de BI tienen lugar el mismo día en todo el mundo, y son dos, para que no se chiven el examen de un continente a otro por aquello de los husos horarios.
Madames, sois todos unas Madames.
Las nuevas generaciones cada vez son más abiertas y cada vez hay más nombres para identificar todas las realidades existentes. El mundo, al igual que el género, evoluciona y cambia rápidamente. Lo que se creían verdades naturales, ahora no son más que opciones construidas socialmente. La vida ya no es blanca o negra. El binarismo se muere y en su lugar nace un universo de colores y posibilidades que acogen la diversidad y la autenticidad. Surge el género fluido.
Me cuesta pensar en tu padre advirtiéndote: ¡Estudia o no serás un agénero de provecho!.
Las leyes de educación parece que van al compás de la política en armonía con nuestra sociedad y sus inclinaciones.
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Muy bueno, Germán. 100% de acuerdo contigo.
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