Felipe VI de Hispania del Sur

La historia de los pueblos se decide por coincidencias, pequeños detalles y tiros con suerte. En los últimos 200 años cayeron los zares, la URSS, el imperio Austrohúngaro y surgieron nuevos países, desde Perú a Chequia. Nada nos debería sorprender, todo cambia. Es cuestión de carambolas. 

Tomás de Zumalacárregui, general guipuzcoano que defendía los derechos sucesorios de Carlos Maria Isidro de Borbón, recibió el 15 de junio de 1835 un tiro de rebote mientras tenía sitiada la villa de Bilbao. El tiro le provocó una herida menor en una pierna. Tras un nefasto tratamiento incluidas unas sanguijuelas murió a los 9 días. No fue el fin del carlismo, ni mucho menos, pero Zumalacárregui ya había vencido a la flor y nata de los ejércitos y generales leales a la usurpadora reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias que ocupó el trono en nombre de su hija Isabel, de solo 3 años, – luego Isabel II.

El origen del conflicto: Carlos Maria Isidro de Borbón no aceptaba la decisión de su hermano Fernando VII de nombrar sucesora al trono a su hija Isabel al derogar la Ley Sálica y publicar la Pragmática Sanción en 1830. Fernando VII simplemente le birló el trono a su hermano para dárselo a su hija. Otra más del rey felón tras la traición a la Constitución Cádiz. De esta misma época es la escena de la bofetada que recibió delante de varios cortesanos y políticos el ministro Francisco Tadeo Calomarde por parte de Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, hermana de la reina. Calomarde convenció a Fernando VII a retractarse de la Pragmática sanción y tras el sopapo dijo muy digno: “Manos blancas no ofenden”, pero con el cachete bien caliente. Esa escena se produjo en 1832, con el rey muy enfermo: al recuperarse se desdijo. Al final, D. Carlos y sus seguidores se sublevaron al fallecer Fernando VII en 1833. Primera Guerra Carlista.

Carga de lanceros de Navarra en la batalla de Viana (1834). Obra de Ferrer-Dalmau.

Al carlismo la historia lo pinta como algo retrógrado, defensor de la monarquía absolutista, ultracatólico, propulsor de un estado federal basada en los fueros – no solo en el País Vasco y Navarra-, y enemigo de las teorías liberales reflejadas en la Constitución de Cádiz de 1812: “Dios, Patria, Fueros, Rey” fue su lema.

Pero ¿Quién era D. Carlos, el aspirante al trono? De su carácter se dice que era noble, ingenuo incluso. Había recibido una educación especial, ilustrada, pero muy influido por el catolicismo. Los ingleses le calificaban de “gentleman”. Tenía inclinación por las Ciencias y a las Artes, dando buena prueba de ello con sus frecuentes visitas y donaciones a las Universidades de Valencia, Sevilla y Alcalá de Henares, de las que se declaró protector. Hay que recordar que en 1920 se publicó una proclama suya de título «Viva el Rey, viva la Nación, viva la Constitución«, la Constitución de 1812. Por tanto, sospecho que, como tantos otros, fue cambiando de opinión a lo largo de su vida. Primero liberal, luego monárquico absolutista, …

Una de historia ficción: La toma de Bilbao -que nunca ocurrió por el famoso tiro de rebote– tuvo un efecto brutal: la moral carlista subió, Espartero hubo de huir del País Vasco, y los carlistas surgían por media España, envalentonados. Fueron cayendo las ciudades más importantes: Zaragoza, Valencia, Barcelona. Muchos militares que apoyaron inicialmente a la reina regente cambiaron de bando. Las fuerzas se emparejaron y aquello se prolongaba ya 6 años. Finalmente, la reina regente firmó el armisticio con D. Carlos, dividiendo España en dos mitades. Aquel acuerdo se conoce como el Abrazo de Vergara (Guipúzcoa) sellado por los generales Espartero y Maroto en 1839 (este abrazo sí que fue real, pero lo único que se acordó realmente fueron los fueros vasco-navarros y las condiciones de la rendición). Fueron 6 años de guerra civil. La última que tuvo lugar en España porque quedó partida en dos: Hispania del Norte e Hispania del Sur.

Al Sur, hoy gobernaría Felipe VI de Hispania del Sur, tan serio y preparado, y sería el hombre más feliz del mundo con un parlamento en Madrid sin PNV, Bildu, ERC, JxCat, BNG, Mes Compromís, PDeCAT, CUP… Es más, se dedicaría a perseguir mujeres como todos sus antepasados, que es lo que les gusta, y a guardar dinerito en el extranjero por si le echan del trabajo, como ocurrió con todos sus antecesores en algún momento (Fernando VII, Isabel II y su madre la reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Alfonso XII y XIII, el abuelo sin trono y hoy en día su padre Juan Carlos, que dice que no vuelve).

Al Norte, hubiera nacido Hispania del Norte. ¿Sería todavía una monarquía? ¿Una república federal, derivada de los fueros? ¿Cada región sería hoy un país independiente?

Os dejo imaginaros un país divido en dos partes desde hace 180 años. Y así, por un tiro de rebote, se escribe la historia.

Dedicado a Miguel Antonio de Zumalacárregui, hermano de Tomás. Votó a favor de la Constitución de Cádiz en 1812 por la provincia de Guipúzcoa allí en el oratorio de San Felipe Neri mientras su hermano guerrilleaba contra las tropas francesas de Napoleón. Menuda familia.


Una respuesta a “Felipe VI de Hispania del Sur

Deja un comentario