Verborrea, prudencia e ideas

No recuerdo ni cuándo ni dónde leí que si piensas en divorciarte en alguna ocasión, algún día lo acabaras diciendo, e indefectiblemente lo harás tarde o temprano.

Algo parecido debe pasar con los que han pegado a su pareja: un día lo piensan, y lo vuelven a pensar otro día, y así varias veces. El motivo puede ser aleatorio: la cena está fría o una discusión por los niños. El siguiente paso es el insulto, la ofensa, el desprecio: ella lleva una camiseta escotada o ha perdido España y ella paga el cabreo. Al final, un día, se le va la mano.

A los británicos les pasó algo parecido con el Brexit: un partido lo ideó, dio la tabarra y la idea entró en la cabeza de muchos, tanto es así que a un genio se le ocurrió hacer un referéndum. Un poco de patriotismo, alguna mentira sobre el beneficio económico, y ahora negocian lo innegociable.

En ninguno de los tres casos hay marcha atrás.

Mientras las ideas sigan dando vueltas alrededor de tus neuronas y no se hagan verbo no pasa nada. Por ello hay tantos refranes sobre bocas cerradas, porqué tenemos dos oídos y una boca, lo de esclavo de tus palabras y dueño de tu silencio, o la historia de los carruajes, que cuanto más vacíos, más ruido hacen.

Por otro lado quedarse callado es fácil, cómodo, no te buscas líos e incluso das imagen de persona seria (“callado, buen chico”).

yingPero como todo en esta vida el mundo de las palabras e ideas tiene dos caras, su ying y su yang.

Os pongo tres ejemplos que demuestran que no hay que guardarse las cosas:

El primero es una técnica ya muy conocida para buscar soluciones a un problema bien definido. Los guiris la llaman brainstorming (nombre muy muy cool, en español lluvia de ideas) que yo definiría como “a ver quién dice la chorrada más grande”. Lo bueno es que suele funcionar. Se inventó hace casi un siglo y su objetivo es generar el máximo posible de ideas (creatividad), enlazarlas (sinergias) y todo ello con un principio básico: no hay ideas tontas ni locas, la crítica está expresamente prohibida. Piezas clave son un ambiente relajado, el moderador y la mezcla de formación y experiencia del personal (no vale todos iguales).

El segundo, algo relacionado con la psicología y el bienestar mental, es la asertividad. No hay que callarse. Asertividad es obligarte a decir lo que piensas, a decir no, a defender lo que crees justo, todo ello sin necesidad de pegar voces ni enfadarse. Callarse es lo peor. La próxima vez darán por hecho que tragarás.

El tercer ejemplo es el Sr. Darwin y su famoso libro cuyo título original era ni más ni menos: “El Origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida”.

Como Tocqueville, se embarcó en un viaje bien joven. Tenía escasamente 20 años cuando a bordo del HMS Beagle dio una vuelta al mundo que duró 5 años. Luego, durante unos 21 años, rumió su teoría de la evolución, y seguía dándole vueltas hasta que recibió en 1558 un manuscrito de Alfred Russel Wallace en el que llegaba a las mismas conclusiones.

Al año siguiente publicó su libro a toda prisa y se armó la marimorena. Colegas científicos y la iglesia mostraron su disconformidad. Chocaba con lo establecido y con los fundamentos religiosos. Me rio yo de los “memes” de hoy en día. ¡Pobre Darwin!

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Si Wallace no hubiera mandado la carta a Darwin este quizás no sería comparable a Copérnico, Einstein o Freud. Casualidades de la vida, como son casualidades (la teoría del caos) las mutaciones genéticas que han hecho que yo escriba esto.

Conclusiones:

  1. Las ideas ni son peligrosas, ni inocuas, ni malas, ni razonables, ni nada. Son solo eso, ideas. Somos nosotros las que las hacemos realidad.
  2. Jóvenes como Tocqueville y Darwin revolucionaron el siglo XIX. Entonces también nacían los Steve Jobs, Mark Zuckerberg, etc. No hay nada nuevo bajo el sol.
  3. Y la más importante, Pick your battles, o sea, elige tus peleas: las importantes, donde merezca la pena el esfuerzo invertido. El secreto está en hablar cuando sea necesario. Lo siento pero no encuentro el equivalente en español al dicho inglés.

Dedicado a los de anís “El Mono” y su Darwin…

el mono

 

 


5 respuestas a “Verborrea, prudencia e ideas

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