A mediados de Octubre se repitió en diversos medios de comunicación la misma noticia: el servicio gallego de salud era condenado a pagar una sanción de 270.000€. Una mujer quedó estéril al no haberse practicado a tiempo el aborto de un niño que hubiese muerto al poco de nacer, obligándola además a trasladarse a Madrid en lugar de hacerlo en Galicia. Todo fue mal y la mujer perdió el útero. El servicio gallego de salud adujo cuestiones de “conciencia” del personal sanitario para no practicar el aborto.
Max Weber en su libro La política como profesión (1919) ya distinguió entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.
Actuar según nuestras propias convicciones (éticas, religiosas, políticas, etc.) es sencillo: es otro el que decidió en su momento qué era lo correcto y lo que no. No hay que pensar. Además, nos eximimos de culpa. Es…..cómodo.
La ética de la responsabilidad es actuar en función de las consecuencias de nuestra decisión. La acción es finalista, es decir, el fin justifica los medios. Asumimos la responsabilidad de nuestra acción.
El principal defecto de la ética de la convicción es que suele tener consecuencias negativas causadas por esa misma ética supuestamente bienintencionada, mientras que el de la ética de la responsabilidad es el mal aceptado como medio para un fin bueno.
Se contraponen y se complementan; no existiría la una sin la otra.
Un buen ejemplo donde prima el fin, el objetivo, es en la guerra. Se puede exigir el sacrificio de unos pocos para lograr salvar al resto o conseguir la victoria en la batalla.
Al contrario, el propio honor y espíritu de Guzmán el Bueno le obligaron a sacrificar la vida de su hijo en el año 1294 cuando tropas cristianas y moras comandadas por Juan de Castilla (hijo de Alfonso X El Sabio) sitiaban la plaza de Tarifa. Guzmán lanzó un cuchillo desde su castillo para que mataran con él a su propio hijo antes que sucumbir al chantaje que le hacían los sitiadores al haberlo conseguido apresar. Curiosamente yo aprendí en la escuela que los sitiadores eran exclusivamente moros y no un ejército conjunto de moros y cristianos comandados por el hijo de Alfonso X; otra vez la historia maquillada. Pero esa es otra historia.
Si en algún ámbito se debe aplicar el concepto de la ética de la responsabilidad es en política. Max Weber ya lo apunta en el mismo título de su libro, La política como profesión.
Os invito a reflexionar sobre lo ocurrido en España en los últimos once meses. ¿Cuál de esos dos conceptos ha primado: la convicción o la responsabilidad?
Alguno pensará que primaron intereses personales, de partido o cualquier otro. Quiero creer que aún estamos en el dilema anterior; posiblemente soy un iluso.
Yo la verdad sólo recuerdo oír hablar de la herencia recibida de Zapatero, insultos entre Sánchez y Rajoy (Ud. no es decente, y la respuesta ha sido mezquino, deleznable y miserable), referencias a la cal viva, tuiterazos, mini-eslóganes (No es no, no nos representan, la casta, la gente, somos un partido serio) y un desfile eterno de cargos electos por los tribunales. Tres de cuatro se tenían que poner de acuerdo. No tenían ganas, ni querían.
No he oído soluciones prácticas o detalladas sobre cómo mejorar la oferta turística (que supone casi el 11% del PIB y más del 12% del empleo en España); cómo arreglar la que le espera a los futuros jubilados (con la pirámide poblacional invertida); como erradicar la corrupción generalizada, que lo está (sólo vemos la punta del iceberg); o cómo conseguir que España mejore en investigación y desarrollo (que es lo genera riqueza y conocimiento).
La verdad, no se a quién dedicar esta entrada. No tengo amigos metidos en política.
Nota: el caso real utilizado para introducir esta entrada en modo alguno supone un juicio de valor hacia las decisiones -o no decisiones- tomadas en el mismo. Entiendo que es un buen ejemplo para ilustrar el concepto.
Una respuesta a “Convicción y Responsabilidad: el dilema”