Tengo un empacho monumental gracias a los medios de prensa. Recibimos tantas noticias sobre políticos, sus desmanes y desavenencias que estoy saturado. Además tengo cierta adicción a ello: consulto las web de los periódicos continuamente a ver a qué político han detenido o qué exabrupto le ha soltado Pepito a Juanito.
Conocemos sus líos amorosos (Ministros que se van a París), sus tendencias sexuales (con bodas de papel cuché en Vitoria), a sus retoños (en el mismo Parlamento), sus idas y venidas a la Casa del Rey (con la correspondiente escena del Monarca saludando a cada uno de ellos), sus deseos (me pido ser Vicepresidente dice uno) y por supuesto sus paseos por los juzgados. De esto último no pongo ejemplos porque la lista sería como la guía telefónica de Madrid, o mejor, la de México DF.
Tengo la misma sensación de saciedad cuando hace 20 años, Karmele Marchante, Jesús Mariñas, Boris Izaguirre, Belén Esteban, Jorge Javier, La Pantoja y Julián Muñoz, Chabeli, Papuchi, Isabel Preysler, Garcia Obregón y yo que sé cuantos más inundaban las pantallas de televisión, a todas horas, y me sabía sus vidas de cabo a rabo. “Tómbola” (estrenada en 1997) y “Aquí hay tomate” (en 2003) fueron los programas estrella.
Con estos personajes que vendían su vida privada al mejor postor y unos periodistas de colmillo retorcido cual sacacorchos pasábamos unos ratos estupendos mientras se despellejaban vivos. Llegaron a alcanzar audiencias superiores al 40%. Ahora sobrevive alguno de estos programas (“Sálvame”) pero la fórmula ya no da para tanto.
Ahora las estrellas son los……. ¡POLITICOS! Y su programa estrella es “La Sexta Noche” con los ínclitos Marhuenda e Inda. Son la Marchante y el Mariñas de entonces. Rajoy bien podría ser Papuchi (gallego y con un defecto del habla; “raro, raro, raro” que decía el buen hombre), Susana Díaz sería la Pantoja y Pedro Sánchez el guapo Julián Muñoz. A Bescansa le pega Chabelita, niña bien con muchos haberes; Pablo Iglesias sería Pocholo, por aquello de la coleta y la mochila; y Errejón, con su carita de niño bueno, nuestro Kiko Rivera. A Albert Rivera le va como anillo al dedo algún torero del linaje de los Rivera Ordoñez y por último, Belén Esteban, la estrella, se adjudica a la Sánchez-Camacho por compartir esteticista.
Los políticos son las nuevas estrellas mediáticas. No hay más que verles llegar al Parlamento o a sus sedes antes de un debate importante: vienen rodeados de su numeroso séquito, convenientemente colocado un paso atrás, todos ellos sonrientes. La prensa, ávida, les espera cámara al hombro y micrófono en mano esperando que suelten alguna ocurrencia que pueda ser titular del siguiente telediario. Y digo ocurrencia, no esperéis noticias ni ideas con enjundia.
Pero no hacen lo que deben. Cuarenta días después de las elecciones siguen discutiendo sobre cómo organizarse; son como niños, cuando el dueño del balón no dejaba jugar a uno porque no le caía bien. Lo de los escaños tampoco estuvo mal: unos protestaron porque les habían mandado a los asientos de atrás. Como cuando éramos jóvenes y solo uno tenía coche. Todos nos peleábamos por montarnos en el asiento del copiloto. Como niños, digo.
Cuarenta días después seguimos sin saber lo que quieren hacer ni como lo van a hacer. Cuarenta días sin hacer nada positivo. En cualquier empresa estarían de patitas en la calle. El periodo de prueba, como en todo contrato, se está acabando.
Como elemento de reflexión os invito a leer el siguiente decálogo de Noam Chomsky y las 10 Estrategias de Manipulación Mediática. Ahora ya sabéis porqué nos hablan como a niños, crean polémicas donde no las hay, nos decían que la crisis eras culpa única y exclusivamente de los españoles que pidieron créditos que no podían pagar o porqué la mala educación e incultura campa a sus anchas en la tele.
Resulta que nuestros políticos sí que saben lo que hacen; no son como niños. Están peleándose por el Poder.