Hace ya muchos años, en octubre del 2015, escribí en este mismo blog lo siguiente (Quiero ser progre pero no me sale):
Otra progresía que me rechina es escuchar aquello de compañeros y compañeras, amigos y amigas, etc. Si no me equivoco el género masculino es la forma no marcada o inclusiva: si digo “los alumnos de esta clase”, me refiero a alumnos de sexo masculino y femenino; el género gramatical femenino es la forma marcada y por tanto resulta la exclusiva o excluyente. Eso por no hablar de los «jóvenes y jóvenas» y de los «miembros y miembras».
Sé que me meto en un pequeño charco porque alguno me tachará de machista, pero es que no lo soporto. Es ignorancia, estulticia, derroche y morralla verbal. Si alguien quiere apoyar a las mujeres, que se equiparen de verdad los sueldos, que se apoye definitivamente la maternidad (porque la que paga el pato de tener niños son las mujeres), que la violencia de género o machista o doméstica (o como se diga) sea prevenida y jamás excusada y que la selección de personas para un puesto de trabajo se haga sin tener en cuenta el sexo. Es una vergüenza para cualquier país que se deban establecer cuotas por sexos. Eso es un indicador de que algo no funciona.
Para solventar el problema de repetir la misma palabra con los dos géneros propongo una gilipollez aún mayor: inventemos un tercer género para cada palabra, así al menos ahorraremos palabras al hablar y escribir y daremos curro a los de la Real Academia de la Lengua. Por ejemplo:
Jueces y juezas -> Juezus; maestros y maestras -> maestrus; políticos y políticas -> politicus; decanos y decanas -> decanus, y así hasta que te aburras. Nos podemos ahorrar el tercer género en palabras como idiota o fascista que gentilmente acepto como inclusivas del género masculino.
Mi propuesta es ideal porque hay muy pocas palabras que acaben en U. En realidad, no me viene ninguna a la cabeza. Usar la E como se ha propuesto y se está empezando a emplear puede dar lugar a conflictos y malentendidos. Por ejemplo:
Un marinu es perfecto, porque si digo marine es otra cosa. Algo así como esto, y no me apetece:
Marina tampoco sirve, porque una marina es también un puerto deportivo. La marina de Alicante:
Un herreru, o sea, el del yunque y el martillo, es mucho mejor que herrere porque suena a erre que erre, y además herrera es también un pescado (no confundir con el sargo o muxarra que es más ovalado y suele tener una mancha negra junto a la cola). Aquí, la herrera:
Además, usar la U nos devolvería a nuestros orígenes culturales. Aparte de que descendemos del Australopithecus – hay que respetar a los mayores, aunque tengan entre 4 y 2 millones años -, muchos de los nombres de las estrellas que nos observan con curiosidad y regocijo fueron puestos por los griegos, como no.
Latinizados quedan así: Arcturus, Sirius, Pollux, Acrux, Canopus, Regulus, etc.
Como soy marinu os dejo uno de los recuerdos que tengo de la navegación astronómica: localizar estrellas en el firmamento acabados en U. Hay dos muy fáciles de encontrar ahora en primavera: Arcturus, Regulus y Spica (esta de propina). La ubicación es en Cascais, a finales de marzo. Para San Sebastián también sirve la guía. Menciono lo de la ubicación porque la disposición de las estrellas en el firmamento depende de donde estés.

He usado la web Stellarium. El punto de inicio es la Osa Mayor, con una altura de unos 70° sobre el horizonte – tenéis que levantar bastante la cabeza– y justo en dirección sur. Prolongando el eje del carro un par de veces bajando hacia el horizonte encontrareis Arcturus, la 3ª estrella más brillante del firmamento. Las estrellas Spica y Regulus también destacan. La primera siguiendo la misma línea curva y distancia – ya a solo 36 ° de altura sobre el horizonte– y Regulus la encontrareis buscando la Luna. Spica, Regulus y la Luna están alineadas en ese orden.
Como siempre, empiezo hablando de algo y me voy por las ramas.
No recuerdo ya cuando fue la última vez que pude ver un cielo estrellado. Sería en un barco. Lo mismo que para escuchar música es necesario el silencio, apaga la luz para sentirte tan pequeño como la más ínfima estrella.
Dedicado a los chinos, mayas, babilonios, asirios y egipcios que fueron los primeros, unos 3.000 años AC, en registrar sus observaciones astronómicas. Lo de los mayas fue para nota ¡Magnus populus! (gran pueblo).