Los tocapelotas

Este año el premio Nobel de literatura se lo han concedido a Peter Handke, escritor austríaco que defendió a los serbios durante los años 90. Visitó en la cárcel a Slobodan Milosevic cuando era juzgado en La Haya por crímenes de guerra y genocidio e incluso participó en su entierro con unas palabras. Los suecos niegan la mayor y no ceden a pesar de las muchas asociaciones, propuestas en change.org, ministros, otros escritores y políticos que piden que le sea retirado el premio.

Los suecos aseguran que Peter Handke es un tocapelotas y que lo que criticaba era la demonización de los serbios como únicos culpables de la guerra, así como los bombardeos sobre Serbia por fuerzas de la OTAN. O lo que es lo mismo, se limitó a pensar contracorriente. No creo andar muy descaminado al decir que el premio Nobel de literatura se da por la calidad de lo que produzca un escritor, no por sus idea.

La película “Mientras dure la guerra” de Amenábar retrata las penurias de Unamuno al comienzo de la guerra civil, entonces Rector de la Universidad de Salamanca. Fue cesado primero por Azaña al apoyar el golpe de estado y luego por Franco, al enfrentarse a los mismos militares que apoyó pocas semanas antes. Es una alegoría al derecho a cambiar de opinión, a equivocarse. Enseña a ser fiel a uno mismo, a pensar y decir lo que uno piensa. O sea, a ser un tocapelotas.

También refleja el poder de la intimidación, y por tanto el derecho a tener miedo y callar. La escena en la que su amigo Salvador Vila (el del cuadro, a destacar el parecido con el personaje en la película) es secuestrado por dos civiles armados bien lo demuestra. Vila fue fusilado en Viznar (Granada) poco después de ser Unamuno destituido de su cargo como Rector el 22 de octubre.

A Unamuno le costó caro expresar sus ideas, desde un exilio hasta un arresto domiciliario, además de haber sido tres veces destituido como rector y una como vicerrector. Se ganó la enemistad de la monarquía, de Primo de Rivera durante su dictadura, de la izquierda a pesar de haber sido diputado por una coalición republicano-socialista, de Franco, de…todos. Por pensar contracorriente.

Hoy en día hay demasiados cantantes, actores, productores, escritores, etc. vetados por sus ideas, o mejor dicho, por expresar sus ideas. Me refiero a España. Es una plaga, la lista es larguísima, e incluye a diversos raperos y cantantes de reguetón, a Boadella, Luz Casal, Francisco, Tequila, Luis Pastor, Joan Manuel Serrat, etc. Si no están vetados, se monta rápido un buen boicot. Se lo pueden preguntar a Fernando Trueba por decir “no haberse sentido español ni cinco minutos” o a Julio Medem por el documental “La pelota vasca: la piel sobre la piedra”.

Muchos trabajos artísticos abordan aquello que se suele obviar o esconder, como lo abyecto o lo grotesco, o aquello que se busca denunciar como los discursos hegemónicos. El arte es el lugar en el que podemos pensar el mundo de otra manera. Si lo que se desea es moverse en un mundo seguro, regulado y conocido, el arte no es ese territorio.

Este cuadro se titula “Therese dreaming”. ¿Es inquietante? Quizás, depende de los ojos del espectador, o mejor dicho, de adonde se dirige la mirada. El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York recibió hace unos años una solicitud con miles de firmas para que fuese retirado. Se negó, como se han negado los del premio Nobel a retirar el premio a Peter Handke.

Acabando. También Verdi sufrió la censura, ni la ópera se libró. Verdi era defensor de la reunificación de Italia, y por tanto contrario a la dominación austriaca sobre los territorios de Lombardía y Venecia. Tanto es así, que Verdi es el acrónimo de Vittorio Emmanuele Re D’Italia. Víctor Manuel fue el último rey de Cerdeña y el primero de Italia tal y como la conocemos hoy.

En su tercera ópera, Nabucco -que lo llevó a la fama en 1842-, el público italiano asoció la historia del pueblo judío en Babilonia con la situación de opresión que vivía el país transalpino bajo el dominio austríaco. Aquí abajo, su famoso coro “Va pensiero” que se convirtió en el himno por la reunificación:

Al poco de estrenarse su siguiente ópera Verdi fue censurado por las autoridades austríacas. Como veis, hace 170 años también gustaba prohibir. Y como Unamuno, Verdi murió decepcionado ante las injusticias y las desigualdades sociales de la nueva nación italiana y prefirió recluirse en su ciudad natal, Busseto, hasta que falleció. Ese día sus vecinos se reunieron frente a su villa para entonar por última vez su gran himno, Va pensiero.

Dedicado a Verdi, a Unamuno, a todos los tocapelotas que, con criterio y razones, levantan la voz ante el discurso dominante. No os perdáis «Mientras dure la guerra”, especialmente los más jóvenes.


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