1997, año primo, rojo, impar y pasa

En 1997 los nacidos en 1979 cumplían los 18. Una generación que no había olido el franquismo, no sabía quién fue Tejero y estaba orgullosa de España y sus medallas olímpicas en Barcelona’92 (22 medallas) y Atlanta’96 (17 medallas), cuando antes no pasábamos de 2. Solo cuando la URSS y los EE.UU. decidieron boicotearse sacamos alguna más en Moscú y Los Ángeles. Una generación que comenzaba con la tabula rasa, que debía dar sus primeros pasos sin el lastre de los recuerdos de la guerra civil, el hambre, las cunetas, las cartillas de racionamiento o la censura guiados por unos padres que sabían muy bien lo que querían, y sobre todo, lo que no querían.

A fresh start, que dirían los ingleses, pero no les dejamos. Por narices les hicimos caerse del guindo, conocer de primera mano el odio descerebrado.

Es cierto que aquello fue el principio del fin de ETA, y que viendo las imágenes del video veo muchos jóvenes de 18 años: no entendían nada. Ese año 1997 fue también el de Jose Ortega Lara, liberado por la Guardia Civil el día 01 de Julio de 1997 después de casi dos años en un agujero. Una semana después, Miguel Ángel Blanco fue también secuestrado…y 3 días después ejecutado.

Esos que vivían en el pasado obligaron a la generación de 1979 a despertar de golpe. Me acuerdo donde estaba yo cuando me enteré de la muerte de Miguel Ángel Blanco, supongo que os pasará lo mismo. Hechos que marcan.

Pocos meses después otro asesinato estremeció a la España moderna, que empezaba a hablar inglés, con la mili a punto de ser historia, pero aún la España del “yo me visto por los pies”. Ana Orantes fue quemada viva por su exmarido después de que esta contara su historia de malos tratos en la tele, un 04 de diciembre de 1997, en el programa De tarde en tarde de Canal Sur. El asesino solo tardó dos semanas en cobrarse su venganza por avergonzarlo ante toda Andalucía.

Si el asesinato de Miguel Ángel Blanco fue el principio del fin de ETA, el asesinato de Ana Orantes sirvió para hacer visible un problemilla doméstico, gestionado en el confesionario con el “ten paciencia mujer”, o con el “eso son cosas de alcoba” del resto de los españolitos.

Un caso real: Tarifa (Cádiz), año 1995. Lunes soleado, mercadillo, hay mucho bullicio como siempre, pero ahí están la policía y una ambulancia ¿Qué ha pasado? Se ven restos de sangre en las paredes y el alféizar de una ventana, y al poco salir a una mujer en camilla. En los corrillos, “esto no ha sido nada, una pelea de matrimonio y no hay que meterse”. Año 1995. El acabó suicidándose en el cuartel de la Guardia Civil y ella se llevó una buena docena de cuchilladas.

Lo de las mujeres no es historia, todavía mueren y siempre son demasiadas. Además, algunas polémicas mal entendidas como la del libro de Juan Soto Ivars no ayudan. Señalar el problema de las denuncias falsas no tiene nada que ver con la protección de la mujer ante el maltrato de la pareja.

Dedicado a Anita Sarasua, por sus principios y porque da la cara, aunque a veces no le interese. Hay muchos muy famosos que también fueron abanderados (Mandela, Luther King, Galileo, Gandhi,…) y otros cuyo paso adelante quedó difuminado como el de la señora Vivian Juanita Malone Jones, primer negro licenciado en una Universidad americana; o mi aitona Bittor Sarasua, carlista, que se dedicó a sacar del calabozo a todo aquel que era detenido por hablar en euskera cuando se prohibió en 1937: Se denunciará a todo aquel que infrinja lo dispuesto sobre la prohibición de hablar idiomas y dialectos diferentes del castellano”, orden de la comandancia militar de San Sebastián, 29 de mayo de 1937. En especial, según me contaron, a las caseras que vendían las hortalizas, legumbres, verduras, quesos y frutas del caserío en el mercado. Como estas de hoy en día:


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