¿Y qué hacemos con los moros que agarremos?

Esta gloriosa frase pertenece a las muchas que mi suegro, coronel de artillería del ejército español, se trajo de sus muchos años en África. Un gran personaje D. Rafael, producto de su tiempo, algo machista, patriota español, generoso, ávido lector de prensa, buen conversador, coleccionista de sellos y respetuoso con las ideas ajenas, aunque le escociesen. Su mayor defecto era la integridad, que le costó algún disgusto por destapar turbios asuntos en cuarteles e intendencias.  

Todo esto viene por la publicación de las estadísticas del año 2025 (período enero-septiembre) por parte de la Ertzaintza indicando el lugar de nacimiento de los detenidos y un singular editorial de El País publicado posteriormente, el 15 de noviembre del mismo año, con ciertos comentarios algo sorprendentes. Los opinadores profesionales y políticos o están a favor (fachas xenófobos y machistas) o en contra (rojos peligrosos). Entremedias no queda nadie.

En primer lugar, he de mencionar que las estadísticas hacen distinción entre los nacidos en España y Euskadi. Esta distinción no ha sido destacada o mencionada por nadie, será por que a estas alturas ya se ve como normal hacer la diferencia, o sea, el hecho diferencial.

A tener en cuenta: la población extranjera es a 01 de julio de 2025 un 14,5% del total de la población en Euskadi. En este caso los españoles no son considerados extranjeros, lo aclaro por si acaso.

Un par de datos de la estadística (solo tengo en cuenta detenidos, no investigados, y sumo mujeres y hombres):

  • Delitos contra la libertad sexual: españoles 61, extranjeros 126 (moros 51, latinoamericanos 49 y el resto (26), son 9 del resto de África, 8 europeos, otros americanos, Asia, etc.);
  • Lesiones (malos tratos, etc.): españoles 459, extranjeros 772.
  • Robos y sus múltiples variantes: españoles 347, extranjeros 1.125;
  • Delitos contra la seguridad colectiva (como conducir un pelín ebrio o trapichear): españoles 150 (133 vascos y 17 españoles), extranjeros 213. Curiosamente en esto ganan los vascos a cualquier origen. Será por la sidra y el Rioja.

Repito que en Euskadi los extranjeros representan un 14,5%, por lo que estadísticamente los delitos de los extranjeros, siguiendo el orden anterior, deberían ser 11 (en lugar de 126); 81 (en lugar de 772) y 61 (en lugar de 1.125) tomando como referencia los delitos cometidos por los españoles.

 Los datos son eso, datos, y no creo que la Ertzaintza se dedique a falsificar los atestados. Entonces voy y leo el editorial de El País, de título “El delito no tiene nacionalidad”.  Y por ahí se le escapa:

“../..cualquier iniciativa que sirva para desmontar el relato de la extrema derecha, que vincula inmigración y delincuencia – algo que los números desmienten una y otra vez-, tiene que ser saludado../..”. O bien El País ha leído las estadísticas al revés o nos ha hecho un Rajoy (¿Nos toma usted por tontos? Le preguntaron, y él, muy ufano, respondió: Permítame que no le conteste porque tampoco se trata aquí de generar un mal ambiente…).

También escribe: “No existe una razón policial o de seguridad que justifique la decisión tomada por el gobierno vasco”. Sí, hay una diáfana, clarísima, imprescindible: se llama transparencia.

La última: “La cohesión social solo puede ir de la mano de una decidida apuesta por los pilares públicos  ../.. (educación, sanidad, asistencia y seguridad social). Entender su importancia y dotarlos en consecuencia ../.. serviría para prevenir potenciales conflictos”. Totalmente de acuerdo, aunque yo cambiaria la palabra conflicto por la de delito, que es de lo que se habla en el editorial. Evitemos eufemismos. A ese panegírico algo recurrente, le falta una pata. Una pata esencial: ¿Y si no funciona lo que algunos llaman buenismo? En el año 2024 fueron expulsados 3.031 extranjeros por delitos graves como homicidios, agresión sexual, tráfico de drogas y robos con violencia (se descartan devoluciones al país de origen por situación irregular). Lo que el Ministerio del interior nos dice es que en el año 2024 había 60.000 presos en España, de los cuales 20.000 eran extranjeros. Los 3.031 extranjeros expulsados representan el 0,03% de la población nacida en el extranjero y el 15% de la población extranjera reclusa. ¿Son muchos o son pocos? Pues no lo sé.

No seré yo quien niegue que el principal origen de la delincuencia es social y económico, el desarraigo, y la necesidad. Son explotados, se les mira mal, las oportunidades son escasas y lo que se les ofrece no lo quiere ningún español. Eso no justifica los delitos, pero ayuda.

Luego están los delitos de carácter sexual y maltrato familiar sobre los que tengo alguna duda en relación con el origen y religión, pues ambos están ligados al concepto del respeto a la mujer. Igual me ha contaminado la fachosfera con titulares como este de El Mundo (sábado 04 de octubre 2025):

Hasta aquí. Dedicado a D. Rafael y la frase que la policía se pregunta todos los días antes de patrullar: ¿Y qué hacemos con los moros que agarremos?

Os dejo aquí los enlaces a la estadística y al editorial por si no os fiáis:

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