Todo comenzó en la base naval de Puntales. Allí fui, joven, atolondrado y sano como una lechuga y me topé con la flotilla de desembarco de la Armada española. Doce meses en el buque de desembarco VELASCO L-11 cambiaron el rumbo de mi vida (que náutica me ha salido la frase). Aquello era una versión militarizada de la 13, Rue del Percebe. Botado durante la guerra de Corea, los EE.UU. nos vendieron el VELASCO a precio de saldo mientras los repuestos eran vendidos a precio de oro. Lo tuvimos dando panzadas contra las playas y desembarcando infantes y vehículos hasta 1994. Con lo de la Rue del Percebe igual me quedo corto, quizás era más parecido a la película “Amanece que no es poco”.

Con cierta perspectiva, y obviando los malos tragos a bordo, de allí salí ganando y mucho. No entro en detalles personales. De barcos aprendí muy poco, vi mucha envidia, mala follá, y el sálvese quien pueda. Como ejemplo de lo que no hay que hacer, no estuvo mal. Como dirían ahora, una “experiencia vital”.
Hace unos días hubo mucho ruido con otra flotilla, esta vez humanitaria a favor del pueblo gazatí. Me refiero a la Global Sumud Flotilla cuyo lema es “Cuando el mundo se queda en silencio, nosotros zarpamos”. Algo presuntuoso, diría yo.
Dicen que salieron 30 barquitos de Barcelona, y el día 8 de septiembre ya están la mayoría en Túnez. Quedan 22 barcos.
Coordinar semejante aventura no debe de ser fácil, pues muchos de los participantes además de voluntarios son sobre todo voluntariosos. Eso en la mar no sirve. La salida fue cuando menos un desastre; rozando el ridículo con tantas idas y vueltas a puerto por el mal tiempo. La prensa de derechas se desternillaba de risa, los ridiculizaba sin piedad, ni un asomo de empatía, ni siquiera por los que realmente creían en lo que estaban haciendo. Otros puede que lo hicieran por aparentar, sacarse unos selfies, ganar seguidores o por escamotear unas pesetas en la confusión. En cualquier caso, la biodramina les va a salir por un pico. Los barcos son barquitos, entre los pocos que he podido encontrar y ver sus datos, son yates de 10 a 14 metros.
Sinceramente, yo no veo el ridículo por ningún lado. Me parece loable el esfuerzo, insistir en él aunque pinten bastos y haya que navegar con el sabor de los mejillones en escabeche recién vomitados en el gaznate.
Tanto reírse de ellos que han conseguido el efecto contrario. Yo ahora estaría encantado de que llegasen, aunque sea la mitad de los yates y la ayuda humanitaria huela a vómito. Para colmo, Netanyahu ya les ha prometido ser tratados como terroristas, lo cual en Israel no es para tomárselo a broma. Cuando estoy escribiendo esto uno de los yates, el principal, ha sido atacado y ha tenido in pequeño incendio. Misterio.
No me gusta que se cachondeen de la gente; eso me lo ha enseñado lo mejor que saqué de Cádiz. Aquí podéis ver por donde andan estos valientes descerebrados Flotilla Tracker – Global Movement to Gaza .
De postre os dejo la regata de la Bandera de La Concha de 2017, un día con mal tiempo. Esos no se marean, están demasiado ocupados tratando de meter la pala del remo en el agua. Un espectáculo de fuerza y destreza en la naturaleza. Increíble la habilidad de los patrones para coger las txampas, o sea, surfear las olas de vuelta a la bahía de la Concha.

GERMAN ME ENCANTA LEER TU BLOG!!!!!!!!!!!!
Un abrazo
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