El euro, el mayor timo de la historia

Desde hace años nos repiten que el bitcoin es una estafa; a su vez, no hago mas que pensar en cómo su valor ha ido creciendo. Quizás el bitcoin desaparezca, se volatilice en la nube digital, pero por ahora el que lo compró en los años 2017, 2108, 2019 o 2020 se debe estar riendo con ganas. Incluso desde enero del 2023 su precio se ha triplicado.

Fondos de inversión, bancos, países, y todos aquellos que manejan mucho dinero tienen inversiones en criptomonedas. Hoy los ETF de Bitcoin superan los 72.000 millones de dólares (un ETF es un fondo que cotiza en bolsa y que sigue el precio de Bitcoin).

Además, no me fio que acabemos con una inflación como en la Alemania de entre guerras. En realidad, nada salvo los propios estados y los que los manejan garantizan su valor. Antes era el oro de las reservas nacionales lo que respaldaba la moneda, hoy deben ser el aceite de oliva, Feijoo y Pedro Sánchez y el turismo – que ya aborrecemos-.

El bitcoin es una caso ejemplar de Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después te atacan, y al final ganas.” (Gandhi).

También son famosas las estafas piramidales. Nadie avisa a tiempo de esas estafas: solo cuando dejan de pagar y los responsables salen corriendo con la pasta. Entonces sí, los gurús económicos son geniales, te explican ese desastre como algo evidente y predecible, pero no avisan nunca. Salvo con el Bitcoin.

La pregunta es: ¿Qué hacemos cuando nos roba la administración, el estado, la UE y todos sus poderes? No hablo de impuestos, hablo del euro (€).

Las monedas y billetes del € entraron en vigor el 01 de enero del 2002 en 12 estados de la Unión:  ​ Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal. Hoy en día son 20 países.  La adopción del € para algunos de esos países supuso falsificar – otros dirían maquillar – las cuentas del estado por aquello de que había que cumplir una serie de requisitos de deuda e inflación. Los suecos y daneses no están porque les dio la gana, tras referéndum popular. No se fiaban, como los británicos.

El € ha sido el mayor fiasco de la historia. Cuando nos decían que había que controlar el cambio a pesetas, nos regalaron calculadoras, etiquetaron los precios en pesetas y €, nos avisaron cuidado con los céntimos que van a redondear, etc. Acabaron redondeando, sí, y al cabo de un par de años, lo que costaba 100 pesetas valía 1 €, cuando el cambio oficial eran 166 pesetas = 1 €. El mejor indicador, prueba infalible, es que las tiendas de todo a Cien pasaron a llamarse todo a 1 €.

Acordaros que poco después pasamos a ser el país de los mileuristas: todos los escalones inferiores de la administración, bancos, servicios, etc. cobraban más o menos esa cantidad.

La transición de los salarios fue exquisitamente correcta, al céntimo, pero mientras tanto los precios se iban disparatando, y el pueblo español, bovino donde los haya, se dejaba hacer. A ojo, un 66% de inflación.

Justo en esa época empezó el boom inmobiliario gracias al cambio de legislación del PP. Como consecuencia, los bancos prácticamente regalaban el dinero; un linternero (fontanero en Guipúzcoa) o un electricista ganaban 4.000€ al mes y saltaban de obra en obra como si fuesen jugadores de fútbol fichados por la contrata. Las empresas se robaban los empleados de la construcción. A ver quién paga más. Era la burbuja inmobiliaria, que reventó poco después de la masacre financiera del 2007, seguida de la crisis española, griega y portuguesa de la deuda. De hecho, esta fue una crisis que afectó a los países de la eurozona entre 2009 y 2016.​ La coyuntura tuvo aspectos de una crisis de la deuda soberana, del sistema bancario y del sistema económico en general todo ello mezclado con el maquillaje de las cuentas nacionales 10 años antes. O sea, el sistema estaba malparido.

Y aquí una cara conocida que nos transmitía confianza:

 Con el € nos timaron con el cambio, y luego vinieron las dos crisis. El estado aprovechó para ajustar (toma eufemismo) los salarios de sus funcionarios y las empresas no perdieron semejante oportunidad: despidos, recolocaciones con rebajas salariales y cierres. De postre hemos tenido el COVID19 (2020) y la crisis debido a la invasión de Ucrania (2022). En todas esas crisis los salarios han perdido poder adquisitivo. ¿Comparamos?

Lo bueno: los billetes de avión son más baratos o al menos se han popularizado, pero a costa de mal pagar a pilotos y azafatas, coger vuelos donde luego te gastas el dinero en taxi o Uber porque no hay bus o tren, y reducir el espacio, ¡Ay! Mis pobres rodillas. Los mismo en otros ámbitos como la ropa (pobres hindúes y bangladesíes, niños incluidos), los cruceros porque ya van masificados y nos tratan como ganado, las llamadas telefónicas o internet (pero ojito con la itinerancia fuera de Europa, he visto robos de 600€).

Lo malo malísimo: casi todo. Café, pan, el menú del día, libros, fruta, verduras, y muchos otros productos y servicios han subido el Himalaya y se han hecho varias cumbres, algunos precios han subido más del 100%. Los precios actuales en comparación con los de 2002 de la gasolina (0,8€), el aceite de oliva (2,1€), y el tabaco (Marlboro 2,4€) son de nota así como el precio de alquileres, vivienda, vehículos, etc. Hay muchas páginas web comparando precios. Un robo delante de nuestras narices.

El resultado de todo ello, de acuerdo con Bankinter, es que en el año 2000 el salario medio de España al mes era de 1.493€, en el verano del 2022 el salario medio al mes era de 1.600€. Lo que supone una subida del 7,16% en esos 22 años. Según Hacienda, en un periodo semejante, el salario pasó de 1.400€ a 1.708€, un 12,2% de subida. No me voy a poner exquisito por la diferencia, me entra la risa tonta de todas maneras. Os recuerdo que Bankinter y Hacienda no son nada sospechosos de ser comunistas o rojos peligrosos. Es lo que hay, o como dicen los irlandeses, it is what it is (esto para los tontos que les gusta usar barbarismos).

Dedicado a los jóvenes de hoy, porque allá por los años 90, con el humilde sueldo de mi primer empleo en tierra (ya no navegaba), recién casado, alquilamos una vivienda, nos compramos un coche y tuvimos nuestro primer hijo. De vacaciones íbamos lo justo, lo de cenar fuera, con moderación, mucha ropa de mercadillo (o sea, el piojito de Cádiz) pero nunca nos faltó nada importante ni sentí ninguna frustración.


Deja un comentario