Mi capacidad para concentrarme se está perdiendo como mi vista. Muchos libros los dejo caer entre las páginas 10 y 40 al cabo de pocas horas. Me pesan como un ladrillo.
El libro “Allegro ma non troppo” ha sobrevivido a dicha criba. Tiene dos atributos esenciales: es corto y me ha hecho reír.
El autor es Carlo M. Cipolla. El nombre promete. Carlo Cipolla murió hace 20 años. Era italiano, licenciado en ciencias políticas por la Universidad de Pavía y se especializó en historia de la economía en la Sorbona y la London School of Economics poco después de acabar la II guerra mundial. Por su currículo deduzco que fue una persona reconocida en su época, publicó varios libros, obtuvo premios y reconocimientos y fue catedrático en Pavía y en la Universidad Berkeley, donde se jubiló en 1991.
La lectura del libro coincidió con los ataques a estatuas aquí y allí. La lista de las estatuas pintarrajeadas o derribadas es larga: Fray Junípero Serra, Churchill, George Washington o Andrew Jackson (expresidentes de los EE.UU.), Cervantes, Colón, el General Lee, etc.

Os explico la relación entre las estatuas y el libro. El libro “Allegro ma non troppo” contiene una exhaustiva descripción de la estupidez, un verdadero análisis sociológico y económico. Cipolla llegó a las siguientes conclusiones o ideas (él los llama principios fundamentales de la estupidez):
- Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
- La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
- Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
- Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que, en cualquier momento, en cualquier lugar y/o en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
- Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir. El estúpido es más peligroso que el malvado.
El libro tiene otro capítulo en donde habla de la pimienta, los efectos afrodisíacos de su consumo, y la Edad Media. Si queréis saber más, leeros el libro. Os llevará un par de días como mucho, aunque puede que lo leáis del tirón.
Ya estoy divagando. El meollo de esta entrada es la pregunta: ¿Es una estupidez derribar estatuas? La respuesta es sí, porque es peligroso. Se te puede caer en la cabeza si lo hace una turba desenfrenada.
Si tomamos las debidas precauciones, entonces nos podemos preguntar cual. Ahí la cosa se complica. Las aceptadas por todo el mundo son las derribadas en caliente, cuando cambia la tortilla. Parece que se acepta sin mayores remilgos derribar la estatua de Saddam Hussein en Irak, la de Stalin en Gori – su ciudad natal en Georgia -, las de Franco en España (aunque fuimos remolones, la última la retiró Zapatero) o la de Lenin en Ucrania. Por eso lo mejor es aplicar la receta soviética a los símbolos nazis:
Luego se van perdiendo matices y detalles, porque a medida que pasan los años se pierden referencias y la memoria real del personaje a través de sus contemporáneos. No nos podemos olvidar que luego vendrán los que escriben la historia y montarán “un relato” a gusto del que paga.
Si han pasado cientos de años ya la cosa se complica hasta el infinito, y más allá (Buzz Lightyear, Toy Story, Pixar). Lo que queda es el relato, mejor dicho, lo que la gente recuerda del relato o nada si eras mal estudiante o no eres curioso. Por tanto, lo que se está produciendo ahora es una revisión, normalmente interesada, del personaje nacido hace 400 años. Otro relato, vamos.
Otra poderosa razón para no retirar estatuas es que se evalúa a dichos personajes con los esquemas y principios éticos actuales, lo cual es una solemne estupidez. ¿Habría que derribar todas las estatuas o bustos y quemar los cuadros de Alfred Nobel por haber descubierto la dinamita? ¿Por ser un fabricante de armas? ¿Deberían los premiados rechazar el premio Nobel?
Si queremos mirar atrás, quiero recordaros que en 1977 la pena de muerte solo estaba abolida en 16 países. Al terminar 2019, 106 países habían abolido la pena de muerte para todos los delitos y 142 países la habían abolido en la ley o en la práctica. ¿Derribamos todas las estatuas de príncipes, reyes, emperadores, jefes de gobierno y estado o políticos de todo el mundo anteriores a 1977?
Lo siento mucho, derribar estatuas es toda una cipollada.
Dedicado a los Platón, Julio César, Gengis Khan, Elcano, Washington, Napoleón, Eisenhower, Churchill, Gandhi o Mandela. Fueron grandes personajes, sin lugar a duda, pero también tuvieron su lado oscuro que no hay que ocultar. Como dijo Jan Hus: La verdad nos hará libres.
Dejémosles estar.