La pregunta del título forma parte de las gracietas que algunas personas hacen del euskera, pero esta vez la frase sí está en euskera. Traducida es:
¿Es kara la kakatúa? Supongo que os sonará. Todos tenemos nuestro corazoncito, y lo mismo que a los andaluces les rechina que les digan que no les entienden, o que tienen mucho acento o qué gracioso hablan y demás, pues lo de ¿Es kara la kakatúa?, por reiterativo, aburre.
Esto viene a cuento de la tontería, fútil, que políticos y periodistas han montado a cuenta de autorizar el uso del catalán, euskera y gallego en el Congreso. Es tal el show montado que tengo la particular sensación que lo que molesta es la existencia de esas lenguas, también oficiales en España, aunque sea en una parte del territorio.
Personalmente solo veo tres razones para poner pegas a la autorización del empleo de los tres idiomas en la cámara baja:
La primera, como buen empleado europeo, el coste. El dinero público es sagrado y hay que gastar con cabeza. Las peores estimaciones (de OKdiario, para que veáis que arrimo el ascua a la sardina más rojigualda) rondan los 200.000€ anuales, una vez invertidos los 53.000€ que cuestan los equipos. Como contrapartida se van a contratar a unos 12 traductores, y supongo que dentro de doce meses serán remplazados por el CHAT GPT Translator para ahorrar costes de personal. Seguro que entonces ningún diputado protesta.
La segunda es el porqué y el cómo. Se impone por narices, para tocar las narices y como chantaje. Eso es lo peor y ciertamente puede producir una reacción de igual intensidad y en sentido contrario. O sea, la tercera Ley de Newton.
La tercera y última es el estruendo armado y la excusa de que dificulta la comunicación. Incluso para los radioyentes o televidentes, va a ser un incordio los subtítulos y traductores simultáneos. Un sainete más propio de la película “Amanece que no es poco” (de Jose Luis Cuerda, ver la escena inicial en el video siguiente) o de cualquier película de Berlanga (por ejemplo, “La Escopeta Nacional”).
Si observamos el otro lado de la moneda, pue también hay argumentos que apoyan la medida:
La primera y más obvia, es que en el senado se pueden emplear los 3 idiomas cooficiales desde 1994, habiendo sido ampliado su uso en 2005 y 2011. Es algo restrictivo, pero todo se andará. Nadie se ha rasgado las vestiduras desde entonces, ni ha anulado ni propuesto anular dichas normas, por lo que pregunto: ¿a qué viene este lio ahora?
La segunda es de más enjundia. El conocimiento y el uso de esos idiomas ha ido creciendo al haber contado con el apoyo de sus respectivas autonomías. Hoy en día hay algo más de 100 diputados que han sido escolarizados, o que pueden tener incluso como lengua materna el catalán, euskera o gallego. ¿Y que tal si se sienten más cómodos expresándose en esas lenguas? Exagerando, podríamos estar limitando su capacidad de expresarse con claridad y precisión (ironías no, por favor, sin comentarios sobre la oratoria en el congreso).
La tercera es cuestión de respeto y dar valor a lo propio. Desde el momento que al resto de españoles se les tuerce el gesto al saber lo del euskera en el congreso, hay algo que no va bien, es decir, no es normal que a aquellos que dicen defender la nación les salgan sarpullidos con estas cosas. El euskera, catalán y gallego forman parte de la cultura del país, cultura ancestral en el caso del euskera. Nos rasgamos las vestiduras porque algunos idiomas mueren, que pena dicen; una pérdida cultural. La última lengua muerta es el yagán, porque la última persona que lo hablaba, Cristina Calderón, ha muerto en febrero de 2022, a los 93 años. Esta lengua se hablaba en la Patagonia y Tierra del Fuego, tanto en el continente como en las islas adyacentes, en Chile y Argentina.
La cuarta tiene que ver con la perspectiva. Me explico. No se obliga a aprender a nadie ningún idioma, no se menoscaba la libertad de expresión (al revés, se enriquece) y también, aunque sea por ósmosis, algunos diputados podrían interesarse por esas lenguas; el regalo que me hicieron mis padres al empujarme a aprender idiomas no tiene precio.
La quinta es histórica. El euskera, atrapado entre dos países centralistas, siempre ha estado estrujado. De hecho, muchos lingüistas opinan que sobrevivió al imperio romano por una cuestión de tiempo. Un par de siglos más de dominación romana y el euskera sería otra lengua muerta. Sirva como muestra de nuestro estrujamiento La Fazaña de Ojacastro. He descubierto esta historia rebuscando en internet; os la copia tal y como la encontré: a lo largo del mandato de Don Morial como merino mayor de Castilla —transcurrido entre 1234 y 1239—, cargo que le confería las funciones de ejercer como gran juez del reino castellano, éste mandó detener al alcalde de Ojacastro (Rioja, a unos 6 km de San Millán de la Cogolla) porque admitía que las personas de la localidad hicieran sus declaraciones ante los tribunales locales en euskera. Una vez llegado el alcalde a la presencia del dirigente supremo de la justicia castellana, parece que pudo demostrarle que este derecho procedía del fuero tradicional de Ojacastro, así que Don Morial decidió dejarlo en libertad, permitiendo que siguiera gobernando la población con su valle. No hemos cambiado nada, y nótese que el euskera era la lengua primaria de ese pueblo allá en el siglo XIII.
La conclusión es que somos tontos. Nos gusta presumir de que distinguimos el acento escocés, del british o del inglés de los EE.UU. y nos reímos cuando a algún vasco le preguntan si es cara la cacatúa. Kakatua garestia al da? Se dice así, no es tan difícil. Somos más que tontos y se nos olvida que no se puede amar lo que no se conoce ni defender lo que no se ama. El congreso puede ser un buen vehículo para cambiar eso en España.
Dedicado a Cristina Calderón, porque nunca podremos comprender a fondo la palabra Mamihlapinatapai. Su significado es especial, no tiene una traducción directa, y los estudiosos del yagán llegaron a esta romántica definición: la mirada silenciosa, pero significativa, compartida por dos personas que desean iniciar algo pero que no se atreven a hacerlo. La palabra se hizo famosa al aparecer como la palabra más sucinta en el Libro Guinness de los Records en 1994.
Dedicado también a mis paisanos del programa “vaya Semanita” de la ETB. Este video ayuda a comprender la relación entre españoles y vascos:
MAMIHLAPINATAPAI, eso es lo que hace falta.
